Desde que entras en el local, un suave olor a queso estimula nuestro apetito mientras nos transportamos a un café de principios del siglo XX.
Un servicio de camareros atentos y diligentes hacen honor a un local con carácter.
Tiene una carta extensa y soberbia, de la que destaco el jamón batido, los quesos variados y el jamón. Montaditos y raciones para todos los gustos.
Merece la pena repetir.
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